Asomada Enero 2015

Como todos los Domingos ruteros a las 09:30 en el Peña Tú para el café y tomar las últimas decisiones del viaje. Reencuentros, felicitaciones y demás menesteres de las fechas navideñas.

Tras arreglar un poco el mundo, nos ponemos los trajes y nos preparamos para hacer frente al primer tramo que presentimos será fresquito.

Tomamos ruta dirección a Covadonga donde al final se ha decidido hacer la ofrenda como cada año, y este quizás más especialmente. Cuidado con la niebla y las bajas temperaturas para no llevarnos ninguna sorpresa que pueda fastidiar el día. A la hora de abandonar la autopista, qué no quiero pensar a qué estaba se la pasa de largo y como ya es algo normal, para que una ruta salga bien, hay que pasarse alguna salida, antiguamente seguro que con negarlo bastaba jejejeje, pero ahora queda todo reflejado en el rutómetro que aparece más abajo.

Llegamos a Covadonga y nos acompaña el cielo despejado y una temperatura fresca pero agradable. Aparcamos para dirigirnos a la cueva a realizar la ofrenda.

Tras la visita, hacemos recuperación de temperaturas corporales con un caldín o cafetín, para seguir con la ruta. Ahora en dirección a Benia de Onís, para salir a la antigua carretera de Santander, donde retornaremos en dirección a Ribadesella. Aquí haremos la segunda parada técnica para reponer líquidos y arreglar algo el mundo.

Y ahora ya a algunos se nos empieza a abrir el apetito, así que retomamos marcha y dirección a Lastres donde tenemos reservado para comer. Un restaurante a medio camino entre el pueblo y el muelle, con unas espectaculares vistar al puerto y un entorno envidiable. El Bitácora que así se llama, llegamos al poco y nos disponemos a buscar sitio para aparcar. De nuevo nuestro GPS/Guia se come la entrada y tenemos que andar haciendo malavares con las motos para dar la vuelta, jejejeje espero que Rober no se mosquee por la crítica-satírica.

He de reconocer que después de ver el sitio y el menú, se perdona todo.

El vino como podréis leer la etiqueta, no tiene desperdicio, tanto por delante como la trasera. El menú no incluía el primer plato de los chipirones, pero nos los recomendó nuestros guía de hoy y la verdad es que estaban de escándalo.

Los platos y el ambiente estuvieron genial, hasta el violinista que nos hizo una visita en medio de la comida. Un sitio peculiar en un ambiente muy familiar. Todos quedamos encantados y muy contentos tanto del trato como de la degustación. Ahora sí que empieza lo realmente complicado, la vuelta a la carretera con la fartura y el sol poniendose. En estos días de tanta claridad, al ponerse el sol es bastante molesto y hay momentos que en la moto parece que no ves la carretera.

Tras una última parada en la cafetería del Hotel de Noreña, para no dormirnos jejeje, continuamos ya cada uno a su ritmo para cerrar un día perfecto, echando de menos a riders-compañeros que por diferentes motivos no han podido acudir, y esperando que pronto puedan estar de nuevo con nosotros. 

Es un placer ser parte de esta familia ya que uno se siente como en casa cuando se sale de ruta.